Era sábado, las cuatro y media, Sara estaba terminando de planchar la ropa acumulada durante la semana, Lucas estaba en la siesta, siempre que podía se echaba un rato después de comer, era muy dormilón. El había fregado los cacharros y ayudado a Sara a doblar unas sábanas, y aunque había insistido para que Sara le acompañase en la siesta, ella dijo que había ropa por recoger y que ya iría más tarde.
Así se repartían las faenas: Lucas se encargaba de la limpieza, aunque Sara siempre estaba detrás por si hacía algo a medias, y ella plancha y la cocina, aunque esto último lo hacían a medias y eran igual de inexpertos, siempre poniendo su mejor intención a la hora de cocinar, pero tenían mucho que aprender todavía.
Sara cogió con cuidado unas camisetas perfectamente apiladas y fue a la habitación a colocarlas en los cajones, intentó no hacer ruido, y mientras repartía la ropa, la suya y la de Lucas, lo miraba de vez en cuando para comprobar que no se había despertado.
Hizo otro viaje a la habitación con unos vaqueros, cuando cerró el armario, toda su atención fue para Lucas: él estaba boca arriba, con una mano detrás de su cabeza, y una pierna flexionada bajo la otra totalmente estirada. Sara esbozó una de sus pícaras sonrisas, se descalzó y se tumbó a su lado, arrimándose a él cuanto pudo, eso hizo despertar a Lucas.
-“Hola”-dijo somnoliento, y sacando su mano de debajo de su cabeza, la rodeó por el hombro y volvió a cerrar los ojos-“¿Qué hora es?”-preguntó sin abrirlos.
-“Las cuatro y media”-posando su mano en el pecho de Lucas
-“Bien”-susurró-“Solo un ratito más”
Su plan para el resto del día era cine, cena y de bares.
Sara pensó que no era mala idea dormir un poco para estar mejor por la noche, pero no lo conseguía, Sara no era de dormir siesta, y casi siempre aprovechaba el rato que Lucas dormía para estudiar, leer o hacer cualquier otra cosa, pero aquella tarde no le apetecía hacer nada especial, solo estar con Lucas. La única pega es que él dormía plácidamente y Sara no soportaba verlo dormir y ella estar aburrida, así que, como alguna que otra vez, empezó a acariciarle: primero el pelo -Lucas apenas se movió-, luego la cara-Lucas ya se empezó a remover-, luego con el dedo recorría su torso, desde el cuello hasta la tripa, entonces Lucas ya masculló un “Saraaaa”, ella lo había conseguido, le había despertado.
-“¿Queeee?”-protestó ella inocente
-“No empecemos”-dijo entre risas sin haber abierto todavía sus ojos
Sara paró, pero solo unos segundos. Su pierna abrazó el cuerpo de Lucas y una de sus manos se coló bajo su camiseta. Este finalmente, suspiró, abrió los ojos y se encontró a una Sara contenta de haber cumplido su objetivo.
-“¿Qué quieres?, ¿jugar?-incorporándose
Sara asintió divertida.
-“Pues.....juguemos”-y Lucas consiguió colocarse encima de ella para comenzar a hacerle cosquillas por el cuello a base de pequeños mordisquitos.....
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