domingo, 20 de julio de 2008

La boda (cap.IV)

En el altar, cuidadosamente adornado, Mariano charlaba con Lucas, en la primera fila, (separada por un pasillo) toda la familia, el resto de invitados ocupaban los siguientes bancos. El sacerdote dando las últimas indicaciones al monaguillo, y sentado al órgano, un conocido de don Lorenzo que era músico, pasaba las páginas de las partituras repasando el repertorio...Instantes después, unos pasos firmes resonaron en el pequeño lugar, todo el mundo se volvió para ver quién era: Gonzalo, lo que significaba que la novia ya había llegado. Se pusieron todos de pie a la vez que empezaron a oírse los típicos murmullos de la gente producidos por la expectación del momento, que se silenciaron cuando comenzaron a sonar los primeros acordes del “Ave María”.

Lucas notó que su corazón se iba acelerando cada vez más, le costaba incluso tragar saliva, miró a Mariano quién le guiñó un ojo para tranquilizarlo, luego movió su cuello para acomodarlo mejor en el de la camisa y terminó por dirigir su mirada hacia la puerta. Acababan de aparecer: Sara del brazo de su orgulloso padre, ambos lucían sus mejores sonrisas que intentaban disimular también el nerviosismo de los dos.

Lucas dio unos pequeños pasos hacia el centro del pasillo para verla llegar mejor, no podía creerlo, ya estaba allí, no faltaba nadie...se acercaban a él despacio, sonriendo amablemente a los invitados que no paraban de decirle lo guapa que estaba, ella apenas los oía, ya lo había visto a él y eso la había puesto algo nerviosa, con lo tranquila que había estado toda la mañana, notaba como su cuerpo comenzaba a temblar a medida que estaba más cerca de él...

Tenía razón Lola”, pensaba Lucas, Sara estaba guapísima, radiante, parecía como si iluminara ella sola la pequeña ermita, la había imaginado muchas veces, pero la realidad superaba con creces a sus pensamientos, parecía realmente una princesa de cuento, su princesa...

Lucas bajó el escalón que accedía al altar para ir a buscar a Sara. Paco se la entregaba en ese instante con una emocionada sonrisa y con los ojos llenos de lágrimas. Sara miró a Lucas, que también estaba emocionado, y a punto de soltar una lágrima, lo cual enterneció a Sara e hizo ademán de morderse el labio, porque si pudiera lo abrazaría fuerte para intentar calmarlo, pero no era plan...Así que se sonrieron ambos muy cómplices, y Lucas la ayudó a subir, ya que entre el ramo de pequeñas margaritas, y remangarse un poco la falda, tenía algo de dificultad. Una vez en el altar, Sara depositó el ramo y ambos se cogieron de la mano, Lucas se acercó a darle un beso en la mejilla y luego le dijo al oído:”estás guapísima”, Sara le contestó sonriendo en voz bajita “Tú también estás muy guapo”.